lunes, 22 de junio de 2009

Génesis

Minicuento

Decir adiós le costaba tanto que se encerró en el cuarto desde las diez de la mañana para no ver cuando partía. Encendió el televisor para ver nada pero no pudo evitar escuchar la venta de un ayudante computarizado para mercar. También escuchó la lluvia que caía cuando él cerró la puerta y se fue sin decirlo, sin decir que era para siempre. Pero ella sabía que se había terminado. Era el adiós que no quería poner en palabras pero que estaba ahí, en cada partícula de aire que respiraba. Sentía que lloraba pero no lograba identificar por qué, había visto venir la despedida desde el principio, quizás la había anticipado, no, más bien la había provocado sin quererlo. Se equivocó. Tal vez. Salió de su cuarto casi a la medianoche y sólo entonces se dio cuenta de lo que había empezado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando uno se siente identificado con las despedidas, la soledad te invade el alma y te llena de nostalgia...
Curiosamente el título del cuento era mi nombre en la clandestinidad de este amor doloroso que me golpea todos los días de mi existencia.

Gloria Estrada dijo...

Efectivamente es curioso, bastante, nuestro disparo a la misma palabra para dos "eventos" distintos.
Empezamos. Siempre. Morimos y renacemos.

Hoy pensé que somos sucesivas muertes, que son lo mismo que despedidas, y sucesivos renacimientos, porque a pesar de todo nos empeñamos en volver a nacer, volver a vivir, volver a empezar. Al siguiente día abrimos los ojos y volvemos a amar, a sentir pasión, a cometer errores, a engarñarnos a nosotros mismos, a creer, a soñar.

Anónimo dijo...

hola Gloria te sigo encontrando en cada palabra pero no te encuentro en presencia.

Gloria Estrada dijo...

hola Anónimo

dime dónde y cuándo
y te diré quién eres

pilas pues.