domingo, 13 de septiembre de 2009

Córdoba: el arco iris de Puerto Berrío

Con un espíritu y una vida pintados de colores, en tonalidades claras y oscuras, este artesano de ataúdes, hace parte del pasado, del presente, de las historias de vida y muerte del municipio de Puerto Berrío, en el Magdalena Medio antioqueño.

Una crónica

"Se venden ataúdes a precios faborables (sic) Desde $90.000" Anuncia el tablero en la fachada verde, con zócalo mostaza y dintel café. Arriba de la puerta: "Artesanías Córdoba: el hijo del pueblo".

Y Córdoba, con sombrero beige, cabello y bigote blancos, camisa rosada, pantalón verde y zapatos blancos, está sentado, con sus 73 años que parecen 50, en una butaca de madera que él mismo hizo.

"El nombre completo mío es, espere pues yo le cuento", señala el cuaderno de notas para que todavía no escriba, "Gilberto Córdoba Jaramillo, y así me firmo yo. Pero cuando tenía como 25 años fui a sacar una fe de bautismo y me dijeron que yo era 'de Jesús'. Yo no sabía, yo no me llamo Gilberto de Jesús".

Pocos en el municipio de Puerto Berrío, donde vive hace siete décadas, saben esa historia. Pocos saben siquiera el nombre completo de Córdoba.

"Nosotros le decíamos 'Zapato Blanco', por bailarín", interviene un vecino atraído por la grabadora. "Se mantenía bailando en las discotecas y uno iba no más que a ver cómo bailaba. Ni los muchachos sabían hacer los pasos que él hacía". Se queda serio y enfatiza moviendo la cabeza, el vecino que se va.

"Pero yo todavía bailo", se apresura Córdoba. Afirma que hace la "tijereta", esa figura en la que el bailarín o acróbata abre sus piernas hasta quedar en una larga línea horizontal sobre el piso. "La hacía mucho antes, lo que pasa es que ahora está uno como enfermo".

Sin embargo, de vez en cuando y después de su jornada de trabajo como carpintero, Córdoba se va para "El centavo menos", un bailadero ubicado por los lados del puerto y con la luz suficiente para ver a los que bailan. Porque la luz y los colores son muy importantes para este artesano quien asegura que "esos ataúdes negros son como muy muertos, yo más bien los hago grises con algún bisel amarillo".

"Primero, muchas veces me copiaba los diseños de los ataúdes que traían de Medellín para las funerarias. Pero ya no. Ya yo hago lo que me parece bonito y bueno, los pinto a mi manera y los termino a mi manera", dice.

Córdoba aprendió el oficio de carpintero cuando tenía 13 años y desde entonces vive de hacer puertas, ventanas, escaparates y, en los últimos años, sólo ataúdes. "La madera para hacer los ataúdes es más barata y además ya no me quedan muchas fuerzas para hacer tanta cosa", explica.

Había llegado a Puerto Berrío cuando apenas tenía unos cuatro o cinco años, no recuerda. Venía con sus dos hermanos y sus padres a comienzos de la década de los treintas del siglo pasado, proveniente del municipio de Remedios, región nordeste de Antioquia.

Por aquellos años ya Puerto Berrío se consolidaba como un importante centro regional donde convergían el transporte fluvial por el río Magdalena, el terrestre por la vía Medellín-Puerto Berrío y el ferroviario pues el Ferrocarril de Antioquia tenía allí su principal estación.

"Vinimos al entierro de un familiar y nos quedamos. Mi papá trabajaba en el campo y nosotros íbamos a la escuela". Pero las necesidades económicas lo hicieron dejar las aulas para dedicarse al trabajo. La pala y el azadón nunca le gustaron. Prefirió usar las manos para fabricar cosas.

La artesanía de ataúdes es su medio de subsistencia a pesar de la competencia que libra con las grandes funerarias del municipio. "Yo soy un humilde artesano. Estos ataúdes son hechos sin maquinaria de ningún tipo, ahí está la diferencia porque yo no hago producciones en serie".

Otros tiempos

"Hace mucho tiempo me fui con un amigo para Magangué (departamento de Bolívar) dizque porque allá me iba mejor con los ataúdes. Pero nada, ese pueblo estaba como muerto y me tocó venirme para Barranca (Barrancabermeja, Santander) donde estuve como un año. Tampoco me gustó ni tuve mucha suerte y me regresé para Berrío", cuenta Córdoba.

"Éste es un pueblo muy bueno, aunque tuvo sus épocas malas". Córdoba recuerda la "primera violencia", en los años cincuentas cuando sus ataúdes y servicios funerarios fueron tan bien recibidos por aquellos que alcanzaban a rescatar del río Magdalena los cuerpos muertos de sus familiares y amigos.

Así que no fue sólo por negocio que Córdoba se fue de Puerto Berrío por un tiempo. A mediados del siglo pasado, al municipio le tocó padecer la época de la violencia política que empezó en el país en 1948 tras la muerte del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán. Puerto Berrío, como muchas otras localidades en Colombia, fue un triste escenario de la lucha entre liberales y conservadores.

En la actualidad Puerto Berrío vive un ambiente muy distinto. Y Córdoba confiesa que a veces hasta extraña aquellas épocas difíciles, de incertidumbre, de muerte.

Sin embargo, hoy y siempre este hijo del pueblo ha vivido de la venta de ataúdes con precios que ahora oscilan entre los 90 y los 150 mil pesos y que incluyen la prestación de los cristos y los candeleros que acompañan el féretro. “La gente sólo tiene que conseguir el transporte”, dice.

En la base

Por aquella misma época, a Córdoba le tocó el Puerto Berrío de barcos, de puerto, de punto terminal, antes de la inauguración del puente monumental que desde 1961 une al municipio con el vecino departamento de Santander. “Todos en los barcos se vestían con trajes blancos, de pies a cabeza, los hombres y las mujeres”, recuerda.

Tan ligado como ha estado a la música, este artesano recuerda de aquella época, los años cincuentas, cuando era un joven todavía, que en los barcos siempre había un grupo de músicos y él se iba para el puerto a esperarlos para pagarles cinco centavos y que lo dejaran bailar. “Eso eran una cinco galletas las que uno podía comprar con esos cinco centavos, pero yo me los bailaba”.

Después vendría el puente. Córdoba trabajó en la construcción de esa obra que hoy es reconocida como uno de los monumentos representativos de la localidad..

“Yo trabajé haciendo las formaletas”, dice sin ninguna pretensión, como si no hubiese hecho un aporte esencial en las bases de esa gran obra.

“Puerto Berrío cambió mucho con ese puente”, relata. “El municipio dejó de ser terminal y se convirtió en un municipio de paso. Primero los circos se quedaban aquí, todos, los más famosos. El Ataire, por ejemplo. Eran circos muy buenos”, recuerda con nostalgia, mueve las manos, Córdoba, peinándose el cabello blanco por debajo del sombrero.

Corre la butaca de madera porque ha empezado a llover. Entra a la carpintería que es también su casa. Y es todo lo que se puede ver desde afuera: el salón de trabajo con tres ataúdes en proceso, en las paredes recortes de periódico, con marco de madera, donde han publicado sobre él y, al fondo, la habitación con una cama, un televisor, un ventilador y un radio. Y descubre detrás de unas tablas entre el salón y la habitación, el lugar donde cocina.

“Para mí solo apenas es. Ahí me preparo los tres golpes”, mira el fogón de una sola parrilla, se queda serio y dice “¿qué más?”.

No más. Cerrado el cuaderno de notas, no queda más que mirar cómo cae la llovizna desde la fachada multicolor, en una cuadra llena también de colores, de los claroscuros de Puerto Berrío, de antes y ahora, de circos y muerte, de llantos y bailes, de música y nostalgia. Mientras, Córdoba sigue buscando la manera de pintarlo todo, de combinar los colores, que tanto le gustan, en los ataúdes que vende.

3 comentarios:

minimas dijo...

Gloria: Buscaba información para una historia que estoy escribiendo sobre Puerto Berrio y me encontré con este relato y con tu blog. !Maravilloso! Adelante.
PD. tengo fotos del viejo fabricante de ataudes. Te sirven?

minimas dijo...

Gloria.: me encantó redescubrir tu blog y el él, esa bella historia del fabricante de ataudes de Puerto Berrío. Tengo fotos del viejito por si te sirven.
Abrazos, Patricia

Gloria Estrada dijo...

Hola Patricia!
Bacano, las fotos que tenía de Córdoba las perdí. Chévere si las podés compartir. Mi correo es gloriaces2003@gmail.com

Un saludo y un abrazo.