jueves, 3 de septiembre de 2009

Estríper

Aunque les inquietaba su atuendo, estaban esperando que se desnudara. Estaba despeinada, sin maquillaje. El cabello recogido, lentes con marco grueso y oscuro. El vestido negro dejaba sospechar una silueta bien formada. Su corto grito agudo, no de miedo sino como de ahogo, de volver a nacer, y su cara de cansancio cuando pudo emerger del pastel gigante, hicieron que la emoción del primer instante se frenara y los once hombres se miraran entre sí, preguntándose. Un suspiro profundo y ella volvió a internarse en esa cosa blanca y roja de cartón que la contenía. Ellos ya no la veían. En sus cabezas sí. Se imaginaban un largo cabello negro lacio al viento, unos labios gruesos entreabiertos de rojo encendido, una blanca piel tersa sin cicatrices dando forma a un generoso cuerpo lascivo. El ensueño, como el silencio expectante, se rompió junto con el artefacto de cartón que simulaba un pastel uniforme nada comestible. Ella lo desgarró con furia lanzando patadas y ayudándose de las manos, de una de las cuales le colgaba una cartera que nadie había visto. Salió de ahí y pudieron verle las piernas largas bronceadas. Fue todo lo que vieron. También la espalda cuando se giró hacia la puerta. Su número duró seis lentos pasos de caderas en vaivén, el brazo de la cartera apoyado en su cintura, mechones de un castaño cabello ondulado que fueron saliendo por la fuerza de los pasos, la mano libre que giró el pomo y jaló la puerta. Un portazo. Una mujer que se marchaba, fastidiada de despertar de sus sueños siempre en la misma parte.

3 comentarios:

Alejo Jaraba dijo...

Gloria, el absurdo tiene su encanto, pero también conlleva un riesgo porque puede caer simplemente en el chiste hueco, en la anécdota. Eso siento con este texto, no me llegó como los otros, no me dice nada, ni siquiera lo insinúa. Además, siento que la prosa está tan apresada como esa mujer en el pastel, apretada con adjetivos obvios (largo cabello negro lacio), casi que con lugares comunes: silueta bien formada; volver a nacer; al viento; generoso cuerpo. Bueno... sabes que es con inmenso cariño. Es, además, sólo mi opinión, lo que no borra tantas líneas hermosas que me/nos has regalado a tus lectores. Un abrazo...

Gloria Estrada dijo...

Hola Jaraba. Bienvenido por estos lares y bienvenidos también tus comentarios (con cariño y todo jeje). Siempre lo he dicho: soy ensayista de escritora y eso para mí significa que estoy probando qué me gusta escribir y qué puedo escribir. Y también, que estoy dispuesta a explorar formas, temas, asuntos, aunque no domine nada en particular. Por eso es tan valioso saber qué piensan de mis escritos quienes los leen, qué les provocan, qué les remueven.
Ahora, respecto a este texto en particular te digo que el ritmo, que calificas de apresado, y la descripción llena de adjetivos obvios, son intencionales, la idea es justamente ésa: nadie espera algo diferente, ni lo imagina, ni lo piensa; y eso hastía. ¿No? En fin, tela qué cortar…

...Sigo ensayando ;)

Un abrazo y vuelve siempre.

Víctor dijo...

Me gustó la idea, aunque creo que le falta algo. ¿Qué? No lo sé, pero algo. La idea da para mucho juego.

Sigue por ahí, Gloria.

Saludos lelos!!!