martes, 29 de septiembre de 2009

Sofocante

Se me ocurre
Es martes. Son las tres de la tarde. El informe climático dice que estamos a 32 grados centígrados en la ciudad de Medellín. Posiblemente se nuble en una hora, anuncia el pronóstico. Estoy en casa, trabajando un poco; sólo un poco. Tengo sueño: dormí anoche tres horas, no tomé café a primera hora de la mañana y me arrulla el bochorno. Para contrarrestar tengo los pies metidos en un balde con agua fría: un alivio.

El cuerpo agradece. Sin embargo, el alma (esa cosa que tenemos por dentro llena de todas esas otras cosas sin forma, sin tamaño, sin nombre) la tengo en un sofoco permanente. En un infierno que no puedo apagar a punta de agua. Aunque ya la tengo ocupada con asuntos de orden personal, me empeño en agobiarla con información de otras órbitas. Hoy, de manera especial, le tengo una lista de imágenes de una ciudad en la que a veces me siento atrapada, de la que a veces me siento cansada; en la que siento que grita alguien y nadie escucha; en la que veo que celebra otro y nadie comparte; una ciudad profundamente sola, profundamente engañada.

...En realidad sólo se me iba a ocurrir decir que hay tantas ciudades como personas, como familias, como calles, como barrios. Que hace semanas vi repartir armas, como dulces, al jefe de una banda de barrio, entre chicos con edades de los diez a los diecisiete años. Para defender dos manzanas, que más bien serían como otra fruta deforme, en estas lomas invadidas de Medellín. Otros niños dos cuadras arriba también recibieron dotación y municiones. Todos los días hay muerto. El jefe dijo, bien pronunciado y para que todos escucharan: “Esto es entre nosotros, pero en la guerra siempre cae gente inocente”.

En ese barrio que digo, que es cualquier barrio, que es todos los barrios, vive una parte de mi familia. Mis primos, que son trabajadores, salen todos los días falda abajo a ganarse la vida en la microempresa de estampados que tratan de sostener hace varios años en el sur de la ciudad. Una de mis primas no puede subir donde otra tía porque fue novia de un desmovilizado de las autodefensas. Ya le advirtieron.

Son sólo ejemplos, mis ejemplos, de unas historias que se repiten sin cesar, que me sofocan y me irritan. Llamas que me queman por dentro mientras escribo en casa con los pies metidos en un balde de agua fría para refrescarme.

2 comentarios:

Santiago dijo...

Creo que soy un ingrato....disfruto leyendo tu blog y es la primera vez que hago un comentario. Entre tantos blogs que leo, creo que este es de lo mejores :) felicitaciones!

Gloria Estrada dijo...

Gracias Santiago. Muy halagador ...y qué susto jeje
Un abrazo y por favor seguí comentando cuando querás.