jueves, 9 de julio de 2009

Contra todo pronóstico

Michael murió y no se sabe bien por qué, aunque nuestra especie se muere todos los días, todos los segundos, por todas las razones, en todas partes. Nos matamos porque sí y porque no y de las más diversas maneras, mirá vos, sucesivas muertes físicas, morales, emocionales, mentales.

Javier, volante del Junior Fútbol Club, le propinó varios disparos a Israel, un hincha, su hincha, porque se rió de la derrota de su equipo de fútbol, porque no quedaron campeones. Pasión. Fútbol y pasión. Las versiones se contradicen, claro. Javier estaba borracho y enfiestado, pero pidió perdón, sépase. La familia ya enterró al joven con la camiseta del Junior. Lo lloraron dos niños de 12 y 8 años de edad.

P. está guardando bajo llave los doscientos ejemplares de su primer libro. Lo amenazaron. No gusta lo que dice, susurra, insinúa, grita. Aquí no hubo muertos y si los hubo se mataron solos, como los desterrados, los usurpados, los mutilados, los violados, los torturados, los sometidos… todos contra sí mismos, bajo fuego propio, casero. Entonces, ¿para qué libros? Mejor te callas, enmudeces y lloras en el cuarto de baño arrancándote el pelo… pero vivís. No te hagás matar, hijueputa.

Alexis, campeón, campeón, campeón, Argüello acaba de caer fuera del ring de este mundo, perdió esta pelea, después de 82 triunfos y 8 derrotas. Directo al pecho. Se despidió, se confesó, se excusó. “La decisión fue difícil pero ya estaba cansado de vivir con la tortura de verme prisionero en mi misma cárcel de envidia, egoísmo, falsedad y engaño(…) Me cansé de la política y la hipocresía. No quiero seguir siendo usado, otra vez.” También te matamos, caballero.

Zelaya fue expulsado de su país, quiere volver, ya no lo dejan, a pesar de que ha intentado entrar con acudientes, sus guardaespaldas, a hurtadillas, para sentarse en su silla presidencial y ponerse otra vez el sombrero. Lo apoyan hasta los que no lo quieren… tampoco les gustaría un derrocamiento ¿qué tal? Give me the power. Help me to keep the power.

G. acaba de asistir al matrimonio por conveniencia de la mujer que hasta la víspera le pidió que tuvieran sexo, sexo de despedida, sexo aplazado, sexo para matar lo que no fue. Pero G. no quería darle la mano traicionera al novio a la mañana siguiente. Más adelante, mijo; hay que esperar. Sexo para morir después.

M. sube a la terraza cuatro veces por semana a ver derretirse el hielo en un vaso de ron mientras se fuma un bareto y después de hablarle a sus plantas. Desde allí mira ventanales, avenidas, luces, dizque vidas, dizque vida. A veces se enloquece (ya casi no) y coge el teléfono, todo colino, e invita a sus amigos a juntarse porque la vida es muy bella y las cosas duras parece que se ablandan en brazos de otros. Pero que no se vayan…

...

Sí, sí, ya sé. Yo sigo aquí, contra todos los pronósticos, tengo que quedarme, para ver lo que no quiero y lo que no espero, para evitar el agobio de otros, para creer alguna cosa, para no hacer nada, por el único amor que merece consideración y por eso que dicen de la esperanza… pero, digo yo, la esperanza de pensar que existen las experiencias únicas e irrepetibles. Mentira, pura mentira.

Disculpá, pero hay que seguir dando vueltas. Dejáme rodar aunque me maree y vomite.

1 comentario:

Ginna dijo...

Contra todo pronóstico la vida nos envuelve en un manto de horror y belleza, de oscuridad y luz, de desaliento y esperanza, de soledad y amor. Y hay que seguir colgada de ella, no importa si con las alas rotas. Hay que seguir... hay que seguir...